Han pasado 122 días desde las elecciones que llevaron al Partido Socialista de Madrid a su mayor derrota electoral del presente periodo democrático (salvando, obviamente, aquel asuntillo de Eduardo Tamayo) y el líder de esta formación, la eterna promesa del socialismo ibérico, el alcalde más votado de España, el Obama de Parla, el único, el irrepetible, el aplastaministras Tomás Gómez, se encuentra en paradero desconocido. La última noticia clara que tuvimos de él fue al día siguiente de su aplastante victoria derrota frente a (ésta sí que es única e irrepetible) Esperanza Aguirre, cuando nuestro héroe dijo que no, que no dimitía, que la culpa de todo la tenía Zapatero.
Desde entonces han pasado muchas cosas: el gilipollas soplagaitas que dijo que el metrobús no existía fue premiado con la presidencia de la Asamblea de Madrid; el Consorcio de Transportes aprobó con nocturnidad y alebosía alevosía una subida del 150% del billete sencillo de metro y autobús en plenas vacaciones mientras cientos de miles de cristofrikis peregrinos hacían uso de colegios, parques y transportes públicos que los madrileños pagamos (religiosamente, ahem…) con nuestros impuestos, a un precio irrisorio; media línea 7 de metro, justamente el tramo inaugurado hace 4 años en el Corredor del Henares, pasó casi tres meses cerrada coincidiendo con la aparición de deficiencias estructurales en varios edificios cercanos a su recorrido (por supuesto Metro niega cualquier relación entre dicho cierre y dichas grietas, pero por si acaso se han puesto a inyectar hormigón como cabrones); y, lo que es peor, resulta que los milagrosos planes de empleo del PP madrileño implicaban aumentar el número de horas docentes de los profesores de los institutos públicos de la región y dejar así a cientos de profesores interinos en el paro, amén de varios profesores con plaza fija sin horas para dar.
Este último punto es probablemente el más grave de lo que llevamos de legislatura en la región. Los profesores, liderados por los sindicatos, se han puesto en pie de guerra (que está genial, pero podían haber pensado mejor a quién votaban el pasado mes mayo) y están teniendo un apoyo bastante notable por parte de padres, alumnos y ciudadanos en general. Las desafortunadas declaraciones de Lucía Figar criminalizando a los profesores por establecer contactos con el 15-M y las angustiosas declaraciones de Espe Aguirre preguntándose si tiene sentido que la educación no obligatoria (a saber, bachillerato, FP y universidad) sea gratuita no han hecho más que echar más leña al fuego.
Y con la que está cayendo, el PSM y su líder de muestran que no sirven ni para hacer oposición. Tomás Gómez, incapaz de ceder su puesto a alguien con posibilidades de ganar las elecciones (sí, os recuerdo que justo ahora hace un año estábamos de primarias en Madrid), todavía más incapaz de ganarlas él, no es ni capaz de ganarse el sueldo como líder de la oposición. ¿Para qué le pagamos los madrileños entonces? ¿Para que convoque una rueda de prensa cuando el conflicto en la educación madrileña ya está completamente copado por los sindicatos? O Tomás Gómez ha estado estos meses secuestrado o es que simplemente es un inútil. Y no sé qué es peor.